¿Y si hablamos de sexo?
- tartessian4
- 23 jun
- 2 Min. de lectura
El deseo no se apaga, a veces solo necesita espacio, comunicación y creatividad.

El sexo en la pareja no es solo una cuestión de piel, sino también de emoción, vínculo y presencia. Al principio suele estar muy presente: las ganas, la curiosidad, la conexión. Pero con el tiempo —y con la rutina, el estrés, el cansancio o los silencios no hablados— ese deseo puede disminuir… o incluso desaparecer.
Esto no significa que algo esté roto. Significa que algo necesita ser mirado con más atención.
El deseo no siempre es automático
Esperamos que el deseo llegue solo, como al principio. Pero no siempre es así. Y está bien. En las relaciones largas, el deseo muchas veces es algo que se cultiva, no algo que simplemente aparece.
Hay días en que el cuerpo no responde, en que las ganas se han ido, en que estamos desconectados. Pero eso no significa que no haya amor, o que la relación esté mal. Significa que necesitamos reconectar con nosotros mismos… y con el otro.
¿Cómo lo hablamos sin que duela?
El sexo es uno de los temas más difíciles de hablar en pareja. Nos da vergüenza, miedo a herir al otro, miedo a exponernos. Pero callar solo genera más distancia.
Podemos empezar poco a poco: con una pregunta suave, con una confesión sincera, con una invitación a explorar juntos.
Hablar de sexo no tiene que ser incómodo. Puede ser un juego, una forma de cuidarnos, de volver a mirarnos.
El cuerpo también necesita cuidados
No somos máquinas sexuales. Somos cuerpos sensibles que necesitan descanso, afecto, tiempo. Muchas veces el deseo disminuye no porque haya un problema en la relación, sino porque estamos agotados, estresados o emocionalmente saturados.
La sexualidad no es solo genital, también es energía vital, contacto, placer, ternura. A veces un abrazo sostenido puede ser más erótico que una escena explícita.
El deseo puede cambiar… y eso no es un problema
En cada etapa vital, en cada momento del ciclo menstrual, en cada situación emocional, el deseo puede cambiar. Y no tiene por qué ser igual para los dos.
Lo importante no es que todo sea como antes, sino que podamos hablar de lo que necesitamos ahora, y encontrar nuevas formas de intimidad que tengan sentido para los dos.
Ideas para reconectar sexualmente
Cambia el foco: no busques el “resultado”, busca el encuentro. El sexo empieza mucho antes del contacto físico.
Recuerda qué os gustaba antes: y date permiso para volver a explorar eso.
Hablad sin prisa: sobre deseos, límites, fantasías, miedos. La comunicación abre caminos.
Cuida tu propio deseo: reconecta con tu cuerpo, con lo que te gusta, con tu placer personal.
Probad algo nuevo (si apetece): una nueva postura, un juego, un espacio diferente. La novedad estimula.
El deseo no siempre está encendido, pero puede volver a prenderse con cuidado, tiempo y presencia. No se trata de hacerlo más, ni de hacerlo perfecto, sino de volver a sentirnos cerca.
Si sentís que hay distancia, incomodidad o bloqueo en vuestra vida sexual, hablarlo en un espacio seguro puede marcar la diferencia. Acompañamos ese proceso si lo necesitas.
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