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No quiero lo mismo que tú (y eso está bien)

  • tartessian4
  • 23 jun
  • 2 Min. de lectura

Deseos, tiempos y prioridades que no siempre coinciden: cómo encontrar el equilibrio

En toda relación de pareja, tarde o temprano llega un momento incómodo pero necesario: darnos cuenta de que no siempre queremos lo mismo. A veces es sobre cosas pequeñas —a qué restaurante ir o qué serie ver— y otras veces toca temas más profundos: dónde vivir, cuándo tener hijos, cuánta intimidad necesitamos, cómo imaginamos el futuro.

Y cuando esto pasa, es fácil entrar en conflicto. Pero, ¿y si no fuera algo negativo? ¿Y si las diferencias pudieran ser también una oportunidad para conocernos mejor y crecer como pareja?


Amor no es igualdad total

Tener una relación no significa pensar igual en todo. De hecho, las diferencias son inevitables: venimos de historias distintas, familias distintas, ritmos distintos. El problema no es no coincidir, el problema es no saber cómo manejar esas diferencias.

Hay parejas que se pasan años evitando hablar de lo que no encaja. Y otras que se enredan en luchas de poder para ver quién “gana”. Pero ninguna de esas opciones construye intimidad real.


Hablar no es imponer

Una conversación de pareja no es un juicio con veredicto, es un espacio para abrirse, para mostrar lo que uno necesita y también escuchar lo que necesita el otro.

A veces nos cuesta aceptar que el otro tiene derecho a no querer lo mismo que yo. Lo vivimos como rechazo, cuando en realidad puede ser solo una diferencia de momento, de energía, de visión.


Ceder no es perder

Hay decisiones que requieren negociar, ceder, ajustar. Pero ceder no significa anularse. Si siempre cedes tú, tarde o temprano lo sentirás como una carga. Si siempre cede la otra persona, pasará lo mismo.

El equilibrio está en poder decir: “esto es importante para mí” y también poder preguntar: “¿qué es importante para ti?”. Y desde ahí buscar puntos de encuentro que no supongan traicionarnos.


¿Y si en vez de elegir entre A o B, creamos la C?

A veces estamos tan atrapados en el “yo o tú” que olvidamos algo fundamental: hay un “nosotros” que puede construir algo nuevo. Una tercera vía. Un término medio. Una forma creativa de convivir con las diferencias sin forzar, sin imponer, sin renunciar del todo.


Pequeños consejos para cuando no coincidís

  • Haz pausas cuando las emociones se calientan: hablar desde el enfado no construye, separarse un rato puede dar claridad.

  • Pregunta sin asumir: “¿por qué no quieres lo mismo que yo?” no es lo mismo que “¿qué necesitas en este momento?”

  • Busca acuerdos realistas: no todo se puede tener al 100%, pero quizá sí al 70%. Eso ya es mucho.

  • No conviertas las diferencias en amenazas: que tu pareja no sienta lo mismo no significa que no te quiera.

  • Recuerda el para qué de la relación: más allá de la diferencia concreta, ¿qué quieren construir juntos?


Las diferencias no tienen por qué separarnos. Pueden ser una oportunidad para mirarnos de verdad, para abrir conversaciones que nos acerquen, para salir de la fantasía de que amar es coincidir… y entrar en la realidad de que amar es respetar, crear y sostener.


Si estás en un momento de desencuentro y te cuesta gestionarlo, estamos aquí para ayudarte a encontrar un camino propio. Un camino compartido.

 
 
 

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